De los dinosaurios a las aves: los
huesos cuentan cómo conquistaron su espacio tras el meteorito
Investigadores españoles
y británicos han analizado la forma y proporciones óseas de centenares de
especies aviarias para explicar cómo se convirtieron en el mayor grupo de
vertebrados
Por: MIGUEL ÁNGEL CRIADO
El análisis de los huesos de centenares de especies muestra que
el mismo asteroide que acabó con los dinosaurios precedió a la gran expansión
de las aves. La mayoría de las actuales tienen antecesores directos ya
entonces, hace 66 millones de años. Este estudio de formas y proporciones óseas
ha permitido también a un grupo de investigadores españoles y británicos
comprobar cómo el ambiente ha moldeado la evolución de las aves, encontrando,
por ejemplo, grandes diferencias entre las acuáticas y las terrestres.
Publicada hoy en la revista científica Nature, la
investigación, que se ha apoyado en el análisis masivo de datos, ha permitido
confirmar teorías planteadas hace casi un siglo.
Entre los años 30 y 40 del siglo pasado, se sentaron las bases
de la teoría de la síntesis moderna,
que explica cómo evoluciona la vida. Sus defensores combinaron las ideas
de Charles Darwin sobre
la evolución de las especies y las leyes de la genética descubiertas por Gregor Mendel con el papel de las
mutaciones aleatorias como combustible de los cambios. Uno de los postulantes
de la síntesis evolutiva moderna fue George Gaylord Simpson, un científico
estadounidense que fue a la vez paleontólogo, geólogo y biólogo. Simpson
mantuvo que las grandes explosiones de especies estaban caracterizadas por dos
rasgos: una primera y temprana expansión y diversidad de formas y, por otro
lado, la rápida división en compartimentos de estos espacios ecológicos y
morfológicos. Según este nuevo trabajo, las aves evolucionaron siguiendo estos
pasos.
4
El investigador de la Universidad de Cambridge Guillermo Navalón,
primer autor de la investigación publicada en Nature, detalla las
posiciones de Simpson: “Propone que después de una extinción masiva, todos los
nichos están vacíos. Entonces se produce una primera fase de explosión,
digamos, de formas. Hay como un estallido de formas biológicas. Es lo que se
conoce como la expansión temprana del morfo espacio. Simpson decía que después
hay una segunda fase en la que cada linaje se queda en una parte de ese
espacio. En el caso de las aves, se produce una explosión en la que un linaje
se convierte en pingüinos, otro linaje se convierte en loros, otro linaje se
convierte en águilas... y entonces cada uno desde entonces ya se queda ahí”. El
análisis de formas y proporciones óseas realizado por Navalón confirmaría las
ideas de Simpson.
Antes del asteroide (o meteorito), en el cielo volaban los
pterosaurios, primos muy lejanos de los dinosaurios, y las aves propiamente
dichas, que eran tan dinosaurios como un velociraptor o
un T. rex. El impacto se llevó por delante a casi todos ellos. “Hoy
creemos que se extinguieron todas las aves, menos un único linaje que
experimentó una explosión evolutiva que desemboca en toda la diversidad moderna
que tenemos en la actualidad”, dice Navalón, que añade: “Fue algo que sucedió
muy rápido, en 10 millones de años tienes prácticamente todos los linajes de
aves modernas”. En la actualidad, son el segundo grupo de vertebrados más
numeroso tras los peces, doblando (con más de 9.000) al de los mamíferos y
superando a los reptiles. “En esos primeros 10 millones de años después de la
extinción masiva, ya tienes fósiles que reconocemos como pingüinos, que
reconocemos como loros... Que reconocemos como otros grupos de aves que tenemos
en la actualidad”, completa el paleobiólogo español.
Pero al estudiar las variaciones de formas y proporciones óseas
ven que las cosas no son tan simples. Poco después del cataclismo del
asteroide, “se produjo una separación de dos linajes, uno que se queda en el
mar y otro que se queda en tierra, en los árboles”, comenta Navalón. Y la
evolución de los dos grandes grupos es diferente. Los paseriformes, los que se
conocen como pájaros, suponen la mitad de las especies aviarias. Son al mismo
tiempo las más diversas y las que menos cambios habrían tenido. “Estas aves sí
que, tras una expansión inicial, se queda cada una en su, digamos, tipo de
esqueleto. Lo que hacen después es variar en cosas más pequeñas, como la forma
del pico, forma del dedo...”.
“Hoy
creemos que se extinguieron todas las aves, menos un único linaje que
experimentó una explosión evolutiva que desemboca en toda la diversidad moderna
que tenemos en la actualidad”
Con las aves marinas sucede lo contrario. Se expanden también de
forma explosiva, pero saltan de un linaje a otro a lo largo del tiempo. Navalón
pone algunos ejemplos: “Los pingüinos y los albatros son parientes, pero para
pasar de un pingüino a un albatros tienes que tener unas modificaciones
brutales. Pues muchos grupos de aves marinas se han convertido en un pingüino,
en un albatros o se han convertido en un ave zancuda o casi pingüinos”. Entre
los casi pingüinos están las alcas, aves acuáticas de las zonas gélidas del
norte que podrían confundirse con los pingüinos. De hecho, los primeros
exploradores europeos confundían a unos y otras. Se sumergen y nadan como
ellos, pero estas sí que vuelan.
Al adentrarse en las variaciones esqueléticas, los autores de la
investigación observan que hay una conexión entre el entorno y las formas
óseas. En las terrestres varían mucho la forma del pico y los huesos que están
en contacto con el sustrato. Cambian en la forma del pie, porque varían cómo se
disponen los dígitos del pie si es un pájaro terrestre u otro que viven sobre
todo en los árboles. Mientras, entre las marinas, las variaciones se producen
sobre todo en la parte central del esqueleto, lo que sería el pecho. Y esto
tiene mucho que ver con su locomoción, la forma de volar, cómo planea o como se
sumergen en el agua. Para los autores esto al entorno como modificador de la
forma de estos animales: “El ambiente en el que han evolucionan las aves
determina esa evolución y esto es algo que no se estaba teniendo demasiado en
cuenta en los modelos evolutivos”, concluye Navalón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario