jueves, 12 de diciembre de 2013



Mandela y el gran capital


Más allá de las luchas de Mandela y del pueblo negro, fueron los empresarios, los banqueros y el gran capital, los que al final más contribuyeron a la caída del apartheid en Sudáfrica.

Nelson Mandela fue una de las figuras políticas más importantes del mundo en el siglo XX y principio de este. Su grandeza es equiparable a las de Roosevelt, Churchill y Gandhi.  Es un símbolo del perdón y la reconciliación en el mundo. El poder de la palabra, la paciencia, la coherencia, el pra
gmatismo y su visión política fueron entre otras las armas más poderosas que utilizó para derrotar el apartheid, pero su triunfo no lo había logrado sin dos poderosos aliados: los empresarios y el gran capital.

Por eso uno de los aspectos más importantes de su legado fue el pacto político que firmó con los empresarios y líderes políticos blancos sobre el reparto del poder, en donde los negros controlan el poder político y los blancos el poder económico de la nación. 

Un asunto que fue fundamental para lograr una paz duradera en Sudáfrica. Tema que analiza con profundidad y sapiencia, el escritor Anthony Sampson, en su libro Sudáfrica: magnates, revolucionarios y apartheid. Un libro que revela la relación que hubo entre las grandes multinacionales y los movimientos políticos negros. 

Sampson hace un análisis sobre la ruptura del gran capital y los hombres de negocios con el régimen opresor y muestra que al final socavaron al régimen y terminaron como figuras determinantes en la abolición del segregacionismo. 

Otro libro que aborda el papel del sector financiero y empresarial en la caída del régimen es Sudáfrica: historia de una crisis del escritor francés, René Lefort. En estos dos libros se hacen interesantes revelaciones acerca de los roles que jugaron los banqueros, las multinacionales y el gran capital en la caída del régimen segregacionista en Sudáfrica.

Lefort analiza como el sistema de segregación no se adaptaba, ni a las exigencias de una industria moderna, ni a un nuevo sistema de producción debido a que el desarrollo separado se constituía en un obstáculo para el crecimiento de la economía más próspera de África. 

En aquel momento varios sectores económicos sudafricanos, exigían que para la expansión y la masificación de sus ganancias era fundamental la derogación de la legislación racial. En virtud de que Sudáfrica se había convertida en el centro de un enfrentamiento entre fuerzas revolucionarias y el imperialismo en África.  

Sampson examina cómo fue el viraje de los hombres de negocios y del sector financiero, tanto en Sudáfrica como en Nueva York y Londres sobre el régimen, el apoyo a las luchas de los negros y sus exigencias para que liberen a Mandela y los otros presos políticos.

Estudia cómo el Comité de la Industria Británica para Sudáfrica y los empresarios sudafricanos inician a preocuparse por el retiro de grandes inversionistas y por los incrementos de las revueltas populares de los negros. Esos dos hechos los obligaron a replantar el papel que jugaban en el sostenimiento del apartheid. 

Sampson muestra cómo fueron de trascendentales las primeras reuniones en Londres, entre los líderes del Congreso Nacional Africano, empresarios y banqueros hablaron sobre el futuro de Sudáfrica. Y cómo se fue creando un clima de entendimiento, entre los intereses de los negros y el de los magnates de emporios empresariales como la Ford, la fundación Rockefeller, la Shell, General Motors, Chase Manhattan, Mobil, el Barclays, Texaco, British Petroleum y la Anglo-American Corporattion.

Expresa que a pesar del escepticismo que tuvieron al principio los líderes negros sobre el cambio de postura de los empresarios, finalmente reconocieron que habían sido los empresarios los que habían tendido con más eficacia que los diplomáticos el puente con occidente para acabar con el poder de la supremacía blanca.

Señala que la crisis económica que habían generado el boicot económico en el régimen fue de tanta envergadura que lo obligaron a reconocer la necesidad de la abolición de la segregación. Además muestra cómo fue el papel de los banqueros norteamericanos que habían sido piezas claves con sus créditos para el sostenimiento del aparato económico, militar y represivo del régimen. Pero cuando vieron que era inminente un triunfo de la rebelión negra y lo que significaría eso en términos de expropiaciones de sus empresas y capitales, adoptaron decisiones económicas que socavaron al régimen de forma más drástica que las presiones ejercidas por los gobiernos europeos.

Las medidas adoptadas por los banqueros norteamericanos y londinenses no fueron de simples estimaciones de pérdidas y ganancias de sus bancos, sino las presiones de los grandes accionarios que esgrimieron el argumento de que el apartheid no sólo era improductivo, sino moralmente repudiable. Fue tan importante el boicot del gran capital que se demostró que sus medidas fueron más determinantes que las ambivalentes políticas de las potencias en contra del régimen.


martes, 10 de diciembre de 2013


Nelson Mandela, el hombre que unió a Sudáfrica a través del deporte

El fallecido ex presidente tuvo una estrecha relación con los deportes, llegando a decir incluso que tienen "el poder para cambiar al mundo".



El ex presidente de Sudáfrica, que acaba de fallecer a los 95 años de edad, salió a la cancha del estadio Ellis Park de Johannesburgo en la tarde del 24 de junio de 1995. Ante él, 65 mil espectadores, en su mayoría blancos, que esperaban la final del Mundial de Rugby de ese año entre la selección local y Nueva Zelanda, el equipo más potente del mundo en ese entonces.

Mandela, que vestía la camiseta verde de los Springboks (uno de los símbolos de la represión del Apartheid antes de su llegada a la presidencia) fue recibido con un silencio incómodo pero fue aplaudido a rabiar por todo el estadio, seguido de un coro que repetía: "Nelson, Nelson, Nelson".

Esa noche, después que Sudáfrica derrotó a los All Blacks por 15-12 en tiempo extra, todo el país -blancos y negros- se unió por primera vez en una celebración deportiva que eliminó por un momento las tensiones que vivía.

Posteriomente, Mandela declaró que fue uno de los momentos más difíciles de su vida. "Honestamente, nunca me sentí tan tenso. Pensé que me iba a desmayar", dijo en una entrevista. 

Y Mandela conoció momentos tensos. Por ejemplo cuando en los inicios de la década de los 60 fue el hombre más buscado del país. Capturado, fue sometido a juicio por sabotaje y en 1964 fue condenado a prisión en la cárcel de máxima seguridad de Robben Island. Luego, tras 27 años en prisión, salió libre y compitió en las elecciones presidenciales, transformándose en el primer presidente negro de Sudáfrica.

No siendo un gran fanático del rugby en particular, Mandela sí fue un amante de otros deportes. En la década de los 50 fue boxeador amateur y corredor, mientras que en la cárcel se preocupó de mantener su forma física corriendo y haciendo ejercicio en los pocos espacios con los que contaba.

"El deporte tiene el poder para cambiar al mundo. Tiene el poder para inspirar. Tiene el poder para unir a la gente de la manera en que pocas cosas lo hacen. Les habla a los jóvenes en un lenguaje que ellos entienden. El deporte puede crear esperanza donde antes solo había desesperación. Es más poderoso que el gobierno en cuanto a romper las barreras raciales", dijo Mandela. 

Esa tarde, cuando Mandela volvió a la cancha, esta vez con el trofeo de campeón del Mundial de Rugby entre sus manos, los gritos de "Nelson, Nelson" se intensificaron. 

Como cuenta Carlin en su libro: "Todo el país, blancos y negros, cantaron y bailaron hasta la noche, unidos en una causa por primera vez en la historia, una celebración delirante. No había guerra civil, no había terrorismo de derecha y Mandela cumplió su meta de crear lo que permanece hasta hoy, y que parecía imposible en ese entonces: una democracia multirracial estable".

Años más tarde, esta inclinación de Mandela por los deportes como modelo de integración social fue utilizada por la organización de la candidatura de Sudáfrica al Mundial de fútbol de 2010.

viernes, 6 de diciembre de 2013



La música: Liberó a Mandela
Conviene desmontar tópicos no ajustados a la realidad. El primer grito musical por la libertad de Nelson Mandela no vino de ningún país europeo o americano, ni tampoco tenía la voz de un artista occidental de relumbrón. Todo eso llegaría después y también tuvo su mérito. Porque antes de que el gran planeta cultural levantara la bandera de Madiba, varios artistas africanos fueron los primeros en tomar escenarios y radios para denunciar la larga prisión del líder panafricano. Fueron años de canciones rebeldes para exigir su liberación incondicional.

Música por el héroe austente
A finales de 1986 los monarcas de la rumba congoleña llamada soukous, el cantante Tabu Ley Rochereau y su compañera M'Bilia Bel, grabaron la canción Contre ma volonté. Nelson Mandela llevaba ya un cuarto de siglo malviviendo en las duras cárceles de Robben Island (1962-1982) y Pollsmoor (1982-1988). Con aquella canción, desde el corazón mismo de África, el eco popular empezó a tomar conciencia de la injusticia que se estaba cometiendo entre tinieblas en el rincón más austral del continente. Al año siguiente, el reputado saxofonista sudafricano Hugh Masekela editóTomorrow, disco del que el tema Bring him back home iba a suponer un aldabonazo en la exigencia de libertad desde la gran escena cultural africana.  

con la defensa de la causa de Mandela, África también se defendía como continente. Vendrían tiempos nuevos, basta ver la fotografía política africana actual. En Senegal, donde veinte años atrás había producido la canción Nelson Mandela en la voz de Ndeye Mbaye, el reputado músicoYoussou N´Dour dirige ahora el Ministerio de Cultura y Turismo, y en las islas de Cabo Verde otro músico comprometido, Mário Lúcio, líder del grupo Simentera, también se ocupa de la cartera cultural en el gobierno insular.

El ritmo de Soweto
La música africana, ya prestigiada en el entorno familiar y social negro, siguió ganando espacios de influencia en la política del continente. Pero no siempre fue así en la tierra de artistas políticos por antonomasia como Fela Kuti (cuyo afrobeat protestón terminó arrasado por la dictadura nigeriana) y la diva egipcia Oum Kalsoum (amante, dicen, del presidente Nasser y capaz, eso seguro, de paralizar el trasiego vital en el mundo árabe cuando sus canciones sonaban por la radio). 

La situación era muy distinta en el cono sur. En pleno apartheid la población mayoritaria de raza negra se tuvo que conformar con una escena musical en rebajas. Durante los años 50, el joven Mandela se había criado con el sonido de los grupos negros de jazz. El conjunto The Jazz Epistles había grabado ya el primer álbum de bebop por músicos africanos y el pianista Abdullah Ibrahim se encontraba en los albores de su luego amplia carrera. Con Mandela en prisión (fue detenido el 5 de agosto de 1962) la escena sudafricana continuó pagando la factura de la segregación. No obstante, algunos artistas siguieron con la grabación de discos: Mahlathini Nkabinde, Mahotella Queens y Makhona Tsohle firmaron con Gallo Records, disquera pionera en la edición de música sudafricana desde 1926 con un catálogo con estrellas mundiales como Miriam Makeba, Hugh Masekela, Ladysmith Black Mambazo y Stimela. Música nueva, música africana para conquistar poco a poco el gran mercado blanco.

Altavoz mundial para Mandela
No hay fama mejor utilizada que en defensa de una causa justa. A principios de los años ochenta, cuando ya las músicas étnicas comenzaban a disponer de un espacio propio en los mercados y en los medios de comunicación occidentales, cuando un avispado llamado Peter Gabriel había puesto en marcha el estudio Real World y los festivales itinerantes Womad, fue un músico norteamericano el que se acercó al acervo sonoro de Sudáfrica como nunca lo había hecho antes un cantante no africano. 
Con respeto (y gran despliegue de promoción detrás) Paul Simon aprovechó un escape más de su pareja artística con Art Garfunkel para pergeñar un álbum inspirado en el acervo vocal de la música de Sudáfrica. Nada fue igual después de Graceland: las voces prístinas de Ladysmith Black Mambazo enHomeless y Diamonds on the soles of her shoes mostraban que existía otra África posible.  

Pero Mandela aún seguía preso y, en 1989, un peso pesado de la música de todos los tiempos, Miles Davis, entregaba Amandla, un disco bautizado con la palabra “poder” en idioma étnico xhosa. Una de las once lenguas oficiales de Sudáfrica, hablada hoy por ocho millones de personas. 
En el Reino Unido, después de que Peter Gabriel grabara Biko a principios de la década, The Specials publicaron en 1984 el sencillo Free Nelson Mandela, con una foto del líder negro en la portada.  

Con mucho más altavoz en los medios, ese mismo año los irlandeses U2 registraron Pride (In the name of love) para denunciar el racismo en un homenaje a la lucha de Martin Luther King.

La fiesta del regreso
La penúltima vindicación de África y su legado desde el gran trono del pop vino protagonizada por la pareja formada por el rapero Jay-Z y la diva del neo-soul Beyoncé Knowles. Hace dos años ella grabó End of time en un intento de llenar de afrobeat sus devaneos pop y de su marido circula una atinada remezcla del tema clásico Africa, del grupo Toto en 1982, con aquellos versos efectivos: “les costará mucho separarme de ti, no hay nada que cien hombres o más puedan hacer, bendigo las lluvias que caen en África”. 
Magnitud mayor tuvo el festival celebrado por el setenta cumpleaños de Nelson Mandela en 1988, dos años antes de su liberación. Por el estadio Wembley (Londres) pasó medio centenar de artistas occidentales (Al Green, Stevie Wonder, Dire Straits, Joe Cocker, Whitney Houston, Peter Gabriel, Tracy Chapman, Eurythmics, Sting…) con lo mejor de África: Miriam Makeba, Salif Keita, Youssou N´Dour, Hugh Masekela, Mahotella Queens y Farafina. Aquella histórica noche concluyó con la soprano afroamericana Jessye Norman cantando el ancestral Amazing grace

En los últimos tiempos el capítulo más llamativo de la reivindicación de la lucha y el legado futuro de Nelson Mandela fue iniciativa de otro africano de una gran ciudad. En Dakar el rapero Didier Awadi publicó en 2010 el proyecto ambicioso Presidents of Africa, donde el nuevo hip hop senegalés abraza los discursos históricos de líderes africanos de la independencia

Un mensaje que también late en la película Music for Mandela, donde artistas como el bluesman B.B. King, Sean Paul, Vusi Mahlasela y Ladysmith Black Mambazo subrayan la importancia del mito africano en la creación de una firme conciencia cultural en el conjunto de los países de África. Mañana será otro día y Awadi cantará otra vez Amandla sobre la voz ya perdida de Nelson Mandela, rescatada del discurso para la reconciliación: “Entramos en una nueva era para Sudáfrica por la que hemos luchado, para todos africanos, indios o blancos. Que todos sean ciudadanos de una nación que está en nuestras manos”

jueves, 5 de diciembre de 2013



América Latina, donde abundan los empresarios y escasean los innovadores

Hay excepciones: el sector automotriz de México, el de la tecnología agrícola en Brasil, los vinos de alta calidad de Chile y Argentina. Pero la regla general es que el nivel de innovación de los emprendedores de América Latina y el Caribe es mucho más bajo que el de los emprendedores de regiones comparables de Asia y Europa del Este. En consecuencia, el crecimiento del sector empresarial latinoamericano es lento y también es menor su capacidad de generar empleos de calidad y de impulsar el desarrollo de sus países de origen.
Estas son las conclusiones a las que ha llegado el Banco Mundial al analizar los factores que frenan la fuerza económica del sector empresarial latinoamericano y caribeño, y que forman parte del informe titulado “El emprendimiento en América Latina: muchas empresas y poca innovación”. “Existe una brecha sustancial y crónica en términos de innovación entre América Latina y el Caribe y los países y regiones comparables; no solo en el ámbito de investigación y desarrollo, sino también en el contexto de la innovación de productos y procesos. Además, la sufren las empresas grandes y pequeñas por igual”, señala el estudio elaborado por la Oficina del Economista Jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, Augusto de la Torre, que ha sido presentado este jueves en Miami.
Ni las empresas exportadoras ni las multinacionales –las ‘multilatinas’-, consideradas como ‘las estrellas emprendedoras de la región’, escapan a la escasez de innovación. Entre las razones enumeradas en el informe, se cuentan la deficiencia en la formación del capital humano, la baja competitividad de los servicios básicos -como la comunicación, el transporte y la logística- y un entorno económico e institucional desfavorable. “En la región, aparentemente, los inversores se sienten menos seguros que en otras regiones porque las reglas de juego cambian con demasiada frecuencia y los sistemas judiciales no se han modernizado para tratar temas relacionados con la propiedad empresarial”, ha explicado el economista Augusto de la Torre.
La suma de estos factores no solo afecta la productividad y el crecimiento de las empresas de la región -que en promedio tienen un tercio del tamaño de las empresas de los países de ingreso mediano de Asia oriental y el Pacífico, en el caso de aquellas con más de 40 años de antigüedad--, sino que incide en su capacidad para generar empleos de calidad que impulsen el desarrollo. “Incluso las empresas más grandes de América Latina generan menos empleo que las empresas más grandes de otras regiones. Desde el punto de vista de las políticas, es fundamental plantearse cómo abordar la brecha en el crecimiento de las empresas y, para lograrlo, hay que cambiar el paradigma actual que enfatiza el apoyo a las empresas pequeñas por uno que se centre en el respaldo a las empresas jóvenes y de nueva creación”, recomiendan los especialistas del Banco Mundial, en un contexto en el que los Gobiernos han tendido a patrocinar programas de respaldo a pequeñas y medianas empresas, las PYME.
Pero la construcción de un entorno favorable al emprendimiento innovador no solo pasa por la dotación de leyes claras y fiables y de políticas que promuevan en igual medida la competencia y la investigación, sino también por el mejoramiento de la calidad de la educación. Lo que refleja el informe del Banco Mundial es que la región carece del tipo de capital humano más propenso a generar emprendimiento innovador y abunda en profesionales dedicados a analizar los problemas más apremiantes de las sociedades latinoamericanas: faltan ingenieros y científicos, mientras cunden los economistas, los abogados, los sociólogos. Así, por ejemplo, la cantidad de ingenieros en los países de América Latina y el Caribe se encuentra por debajo de la media a la que se podría aspirar, de acuerdo al nivel de desarrollo actual de la región; esto ocurre, incluso, en los países más avanzados como Brasil, Chile, Colombia y México. También en este sentido, el cambio de paradigma es apremiante, sostiene Augusto de la Torre: “El desafío de la reforma educativa debe enfrentarse cuanto antes, no hay que esperar una generación para hacerlo”.

martes, 3 de diciembre de 2013



América Latina ocupa los últimos puestos del informe PISA sobre educación
A pesar de los esfuerzos y los reiterados compromisos anunciados por los Gobiernos de la región para hacer de la educación su bandera política, los países de América Latina han experimentado un retroceso en los niveles educativos en los últimos tres años que los ha relegado a los últimos puestos de la lista del Informe PISA sobre Educación 2012, divulgado hoy por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
De los ocho países latinoamericanos que integran el informe, Chile es el mejor situado al colocarse en el puesto número 51 con 423 puntos en matemáticas, por debajo de la media fijada por PISA (de 494), mientras que en lectura obtiene 441 y en ciencia 445. El país latinoamericano peor situado –y último de la lista- es Perú en el número 65 (368 en matemáticas y 373 en ciencias), a pesar de que ha conseguido un avance notable en materia de lectura al registrar una mejora de 5,2 puntos anuales (384 puntos).
El Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés) mide los conocimientos en matemáticas, ciencias y lectura de más de medio millón de alumnos de entre 15 y 16 años en 65 países –las 34 naciones de la OCDE y otros 31 Estados o territorios- que representan un conjunto cercano al 80% de la población mundial.
México ocupa la posición 53 (413 puntos en matemáticas; 415 para ciencias y 424 para lectura), lo que supone un importante avance en la última década, aunque todavía está lejos de la puntuación media fijada por la OCDE. “De mantenerse las tasas de mejoras actuales, a México le llevará más de 25 años alcanzar los niveles medios de la OCDE y más de 65 para obtener los de lectura”, advierte el informe.
Entre 2003 y 2012, el número de mexicanos de 15 años matriculados aumentó del 58% a poco menos del 70%, pero ese nivel de cobertura sigue siendo el tercero más bajo de toda la OCDE. Solo en dos de los 34 países miembros de la Organización, el porcentaje de escolarizados es inferior al 90%.
En el puesto 55, a diez posiciones del final de la lista, se sitúa Uruguay. Con 409 puntos en matemáticas, 416 en ciencia y 411 en lectura, el país que gobierna José 'Pepe' Mujica ha retrocedido en todas esas áreas en los últimos diez años y ha caido ocho posiciones respecto al informe de 2009.
Tras Uruguay está Costa Rica, que ha caido un punto en la lista respecto al informe de 2009 –aunque entonces no se analizaron todas las areas-, colocándose en la posición 56. Sin embargo, la nación que dirige Laura Chinchilla irrumpe con fuerza en lectura y se igual con (441 puntos), mientras que México (424); Argentina (396); Brasil (410) y Uruguay (411) están por detrás.
Brasil se encuentra muy rezagado en el ránking, en el puesto 58, a pesar de que el informe le dedica un capítulo titulado “Lecciones esperanzadoras de un gran sistema federal”. La reforma de la educación brasileña tuvo lugar en un contexto de “pobreza, enseñanza de mala calidad y un curriculum irrelevante”, asegura este estudio, que dota con 391 puntos en matemáticas a sus estudiantes, con 405 en ciencias y 410 en lectura.
Argentina sigue a Brasil en la posición 59, lo que significa que continua retrocediendo en materia educativa, según PISA –en 2009 estaba en el puesto 58-. El dato más desalentador del informe 2012 para Argentina es que los jóvenes no comprenden lo que leen. La comprensión de lectura se sitúa en 396 puntos. Con una bajada de 1,6 puntos, el país que Gobierna Cristina Fernández se aleja aún más del promedio. El informe analiza en el capítulo “Argentina profundiza el retroceso en calidad educativa” las causas que han llevado al empeoramiento.
En el puesto 62 se encuentra Colombia, penúltimo país latinoamericano de la lista antes de Perú –último-, la nación de la región que más ha retrocedido en los últimos tres años, ya que el país que lidera Juan Manuel Santos ha caído 10 posiciones con respecto al año 2009. Colombia obtiene 376 puntos en matemáticas; 399 en ciencia y 403 en lectura.
Todos los países latinoamericanos progresaron en alguno de los tres capítulos examinados por PISA, salvo Uruguay y Costa Rica, cuyos alumnos ofrecieron peores resultados tanto en matemáticas como en ciencia y lectura.
El informe revela una correlación entre los resultados académicos y la puntualidad de los alumnos (quienes admitieron llegar tarde logran 10 puntos menos en las pruebas de matemáticas).
Uruguay, Costa Rica, Chile y Perú están en la franja más alta de impuntualidad, con el 50-60% de los estudiantes que llegan tarde al menos una vez en las dos semanas anteriores a las evaluaciones PISA.
Y sin embargo, a pesar de los malos resultados, los alumnos de América Latina parecen ser los más felices con sus coelgios. Perú aparece en tercer lugar en esa estadística, seguido de Colombia (5), México (7), Costa Rica (8), Uruguay (13),Chile (25) y Brasil (27), todos ellos por encima de la media de la OCDE y por encima de Shanghai (28), el lugar con mejores resultados académicos. Argentina figura en el puesto 54 de esa “lista de la felicidad”.