A
principios del siglo XX, la exploración ártica era el sueño de cualquier
aventurero, como Andrée , quien,
evidentemente, no era una excepción. El ingeniero sueco veía cómo sus vecinos
noruegos realizaban conquistas una detrás de otra y organizaban expediciones
para adentrarse en los lugares más remotos del globo. Exploradores como Fridtjof Nansen, quien, a bordo del
revolucionario Fram , un buque capaz
de resistir la presión lateral de los hielos, era la envidia de Andrée. Finalmente,
decidido a no quedar atrás en aquella inacabable carrera por viajar a los
destinos más helados del planeta, fue cuando el sueco se planteó una idea que
muchos tildaron, como mínimo, de alocada: llegar al Polo Norte en globo.
¡ES
POSIBLE VOLAR AL POLO NORTE!
Y es que la pasión por la
aventura le venía de lejos. Con apenas veintidós años, en 1876, Andrée asistió
a la Exposición del Centenario en Filadelfia, donde trabajó como conserje en el
Pabellón de Suecia. Durante su estancia americana, el joven conoció al
aeronauta estadounidense John Wise, lo que marcaría el inicio de su fascinación
por los viajes en globo. Una vez de regreso a su país, entre los años 1880 y
1882, Andrée se convirtió en asistente del
Instituto Real de Tecnología y participó en una expedición científica a la isla
Spitsbergen (la más grande de Noruega, situada al norte, y
la única que mantiene una población permanente), dirigida por el meteorólogo
Nils Ekholm, en la que se ocupó de estudiar la electricidad del aire. Pero,
paradójicamente, serían esos fuertes vientos lo que hicieron fracasar la
expedición.
En
1893, Andrée persuadió al editor del Aftonbladet , un
periódico vespertino de Estocolmo, para que le proporcionara un globo
aerostático que sirviera "para promover el bienestar público y la
ciencia”. Bautizado como Svea , Andrée realizó
nueve viajes en él (entre ellos, una increíble travesía
sobre el mar Báltico) recorriendo
un total de 1.500 kilómetros. Durante sus vuelos, el
explorador realizó numerosas observaciones meteorológicas, estudió la velocidad
del aparato y probó las cuerdas de remolque que él mismo había inventado y con
las que podía maniobrar el globo. Andrée se
convirtió, de este modo, en el primer aeronauta de Suecia , y
precisamente por ese motivo no pudo compartir ni contrastar sus conocimientos y
experimentos con nadie. Pero, a pesar de ello, en 1895 sorprendió a todo el
mundo al hacer un anuncio increíble: "¡Es posible, y factible, que un
globo vuele al Polo Norte!".
¿CÓMO
PUEDE UN GLOBO PERMANECER TANTO TIEMPO EN EL AIRE?
Andrée puso tanta pasión en
su su proyecto que incluso los más escépticos finalmente accedieron a escuchar
sus explicaciones: "Los vientos son constantes", señaló el ingeniero.
"Desde Spitsbergen casi se puede contar con un viento del norte de dos
semanas de duración. Llevará un globo a través del techo del mundo y más allá
de Alaska", afirmaría convencido el aeronauta. Pero "¿Cómo puede un
globo permanecer en el aire tanto tiempo?", le preguntaron, a lo que
Andrée contestó sin dudarlo: "En el verano, las condiciones serían
ideales. La luz del día constante mantendría
la variación de temperatura dentro de unos pocos grados. Por
lo tanto, el gas no se expandiría mucho ni se contraería. El resultado sería una cantidad mínima de fugas y
no sería necesario cerrar con válvula del precioso gas. Al unir una vela a la
bolsa, un globo podría aumentar la velocidad para cubrir la distancia dentro
del período de 15 a 20 días de flotabilidad que podría tener su
embarcación".
Así
pues, el 31 de mayo de 1896, tras de más de un año de preparación, la
expedición de Andrée partió de Estocolmo en medio de una gran expectación y,
también, de un enorme fervor patriótico. Los titulares de
todo el mundo se hicieron eco de la partida de André de la isla danesa de
Spitsbergen a bordo del Örnen (El águila),
un globo que contaba con el patrocinio de la Real Academia Sueca de Ciencias y
con la financiación del rey Óscar II y del empresario Alfred Nobel. Pero la
cosa acabó en fracaso. A pesar de ello, Andrée no se rindió. El 11 de julio de 1897 volvió a intentarlo junto al
ingeniero Knut Frænkel y el fotógrafo Nils Strindberg. Andrée logró navegar
durante 65 horas. Sin embargo, nada más despegar, las tres
cuerdas deslizantes que se suponía que se arrastraban sobre el hielo y, por lo
tanto, funcionaban como una especie de timón, se perdieron.
Ya en pleno vuelo, el globo
se vio atrapado por los fuertes vientos provocados por una tormenta que azotaba
con violencia la región. El viento y la lluvia formaron una capa de hielo sobre
el globo que, debido al peso, le impedía volar adecuadamente. Por ese motivo,
los expedicionarios se vieron
obligados a descender sobre el hielo. A pesar de que el aterrizaje se realizó
de manera controlada, una de las cuerdas se enganchó en una roca y
Andrée y su grupo se hundieron en la banquisa (hielo a la deriva). Afortunadamente
el globo pudo enderezarse y volar durante una hora más, aunque había sufrido
graves desperfectos. Dos meses después, a principios de octubre, los
expedicionarios llegaron a Kvitøya, una isla deshabitada del archipiélago
noruego. Fue allí donde todos acabarían perdiendo la vida.
Las notas del diario y las observaciones terminan tan solo
unos días después de la llegada del grupo a Kvitøya. ¿Qué
pasó a continuación? Todo parece indicar que murieron al poco tiempo. Una de
las teorías sugiere que los expedicionarios, desesperados, podrían haberse
suicidado ingiriendo opio, aunque parece poco probable. Lo que sí es seguro es
que las anotaciones indican que los tres hombres sufrieron problemas
digestivos, enfermedades y agotamiento durante la travesía sobre el hielo, así
que lo más probable es que sus muertes
tuvieran algo que ver con la ingestión de carne de oso polar portadora de la Trichinella , un parasito que
provoca la triquinosis. Existen más hipótesis, como la que
sugiere el explorador Vilhjalmur Stefansson, que apunta en su libro Misterios
sin resolver del Ártico a que Nils Strindberg pudo morir
mientras perseguía un oso y que Andrée y Frænkel se asfixiaron con el monóxido
de carbono de una estufa que no funcionaba bien mientras cocinaban en su
tienda.
Sea
como fuere, hasta que se encontró el último
campamento de Andrée, en 1930, el destino de la expedición fue objeto de
innumerables especulaciones. Ese año, la expedición
noruega Bratvaag encontraría los restos de la expedición sueca, incluidos dos
cuerpos, y un mes después, el navío M/KIsbjørn hizo
nuevos hallazgos, entre ellos el de un tercer cuerpo. Se recuperaron también diarios, negativos fotográficos, una
grabación, la embarcación y diversos utensilios. Por fin
se había logrado localizar a los desaparecidos, cuya repatriación se convirtió
en un evento nacional. Los exploradores suecos recibieron en su país un funeral
de Estado y sus cuerpos fueron posteriormente incinerados. Sus cenizas reposan
juntas en el cementerio Norra begravningsplatsen, en Estocolmo. Y hasta ahora
no se ha logrado establecer con total certeza la causa de sus muertes en aquel
lejano desierto de hielo.
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