Terremoto en la lucha contra el alzhéimer: la principal
hipótesis de la enfermedad se tambalea
Un neurólogo descubre que las imágenes que sostenían la teoría de la beta
amiloide habían sido manipuladas por su autor.
Los palos de ciego dados
en las últimas dos décadas para encontrar una terapia eficaz contra la enfermedad de Alzheimer pueden tener una
explicación: se basaban en una teoría apoyada por evidencias, cuando menos,
sospechosas. Esas evidencias acaban de saltar por los aires tras la revelación
por parte de la revista Science de
que muchas de las imágenes
utilizadas en los principales estudios sobre la enfermedad fueron manipuladas.
Todo se debe a un
neurólogo de 37 años de la Universidad de Vanderbilt (Estados Unidos) llamado Matthew Schrag. El año pasado destapó uno
de los mayores escándalos en la investigación contra el alzhéimer al revelar
que las imágenes utilizadas por la compañía biofarmacéutica Cassava para pedir
la autorización de un medicamento habían sido manipuladas.
Pero no se quedó ahí y, tras leer en foros especializados sobre otros posibles
casos de imágenes fraudulentas en varios estudios, comenzó sus pesquisas,
remontándose a medidados de los 2000. Pronto halló un hilo del que tirar: los
estudios del reputado científico Sylvain Lesné.
La notoriedad de Lesné comenzó en 2006, cuando publicó como primer autor una investigación sobre unas moléculas llamadas 'beta amiloide estrella 56', abreviada como AB*56. El artículo apareció en la revista Nature y es uno de los más citados en su campo en los últimos 20 años: más de 2.000 trabajos posteriores lo toman como referencia, una medida del impacto de una investigación.
AB*56 es un oligómero tóxico, un subtipo de
la proteína beta amiloide, que se acumula en placas en las neuronas de las
personas con alzhéimer. Este subtipo concreto sería más soluble en los fluidos
corporales y, por tanto, tendría más facilidad para afectar a las células.
La 'pistola humeante' del alzhéimer
Aunque se conoce desde un principio que los pacientes de
alzhéimer acumulan estas proteínas en su cerebro, no estaba claro si son una causa o una consecuencia de la
enfermedad. El equipo de Lesné había aislado AB*56 de ratones
modificados genéticamente para producir grandes cantidades de beta amiloide y
lo había inyectado en ratas jóvenes que rápidamente mostraron un deterioro de
la memoria. Esta era la 'pistola humeante' de la hipótesis de la beta amiloide,
según la cual son estas proteínas la causa del alzhéimer y no su consecuencia.
El descubrimiento disparó
esta vía de investigación. Según Science, los Institutos Nacionales
de Salud de Estados Unidos han invertido, solo en el último año, más de 1.600
millones de dólares en la misma, la mitad de su presupuesto dedicado al
alzhéimer.
La hipótesis amiloide es la base de los nuevos medicamentos
que han estado ensayándose contra la enfermedad neurodegenerativa en la última
década, como el tristemente famoso aducanumab,
cuya aprobación en Estados Unidos vino seguida de una fuerte polémica pues, a
pesar de destruir eficazmente las placas, no había pruebas de que mejorara la
evolución de la enfermedad.
Fueron las críticas de Schrag a la
aprobación de aducanumab lo que movió al abogado de unos inversores a
contratarle como 'investigador privado' en el caso Cassava. Tras el éxito de
sus pesquisas contra la compañía, no paró ahí.
El neurólogo halló centenares de imágenes alteradas, entre
ellas más de 70 en los trabajos de Lesné, para corroborar la impresión de que
AB*56 era la estrella de la hipótesis de la beta amiloide, y se puso en
contacto con las revistas y las instituciones que habían publicado o respaldado
estos trabajos. Varios artículos ya han
sido retractados.
También contactó con la revista Science, que sometió
la investigación de Schrag a una verificación independiente. Los expertos se
mostraron de acuerdo con el neurólogo: aunque ninguno –incluido Schrag– afirma
que se han manipulado las imágenes conscientemente para llegar a una conclusión
específica, lo que sería sinónimo de fraude, no dudan de que la mayoría han
sido alteradas.
"Mala ciencia e intereses económicos"
Todo esto no sería un problema si la
hipótesis de la beta amiloide hubiera dado beneficios, pero no ha sido así. No
pasó ni un año desde la aprobación de aducanumab para que Biogen, la compañía
propietaria del fármaco, haya decidido dejar de apostar por él y retirarle todo
el apoyo comercial.
Y esta es solo la punta del iceberg. En el camino han quedado
numerosos fármacos que se dirigían a la destrucción de las placas de amiloide
pero que no lograban beneficios clínicos. Sobreviven varios medicamentos que siguen ensayándose en miles de
pacientes, presumiblemente con mejores resultados que los
anteriores, pero de momento ninguno ha logrado todavía ser aprobado.
El jefe de Neurología del Hospital Universitario 12 de Octubre
de Madrid, David Pérez Mártinez,
opina que el trabajo de Schrag "no es solo una carga de profundidad contra
la teoría de la beta amiloide, [sino que] se mezcla mala ciencia, manipulación
de estudios e intereses económicos de una empresa biotecnológica [Cassava]
interesada en desarrollar un fármaco para generar una gran expectativa en
bolsa…"
Al final, continúa, "se olvida de que
detrás de todo esto hay intereses económicos enormes, de miles de millones de
dólares que empujan a generar hipótesis o trabajos que generan enormes
expectativas. Y esas expectativas en el mundo que nos rodean se traducen en
inversiones y compras millonarias".
Pese a ello, Pérez Martínez no cree que la
revelación impacte a corto plazo en la investigación contra la enfermedad
neurodegenerativa, "en primer lugar porque hay todavía ensayos clínicos en
marcha basados en la terapia anti-amiloide y trabajos financiados en ese
área", pero supone que, a medio plazo, "la inversión se diversifique
en otras hipótesis y en otros proyectos".
No todo está perdido
Más escéptico se muestra Guillermo
García Ribas, neurólogo del Hospital Ramón y Cajal, que apunta
que la investigación sobre AB*56 "fue muy relevante en su momento"
pero que el paso del tiempo, al no haber obtenido resultados, ha enfriado
bastante.
También indica que la investigación sobre
los oligómeros ya había sido cuestionada porque se había mostrado muy difícil
de replicar. Si Lesné afirmaba haber aislado AB*56, otros equipos intentaron
hacerlo y les resultó poco menos que imposible: a la hora de purificar las
muestras (que el preparado solo contenga un tipo de moléculas), el oligómero se
mostraba inestable y acababa transformándose en otros subtipos.
"Habrá que volver a revisar todo el tema de los
oligómeros", destaca García Ribas, "pero hay otras líneas de
investigación y no se ha puesto en cuestión
toda la vía de la beta amiloide: las protofibrillas y las
fibrillas tienen un papel patogénico importante, por ejemplo".
Los pobres resultados de los fármacos basados en la teoría de
la beta amiloide ya había hecho sospechar a más de un científico antes de la
revelación de Schrag y Science. El director científico del Centro de
Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Neurodegenerativas, Adolfo López de Munain, reflexionaba el
año pasado a EL ESPAÑOL, con motivo de la aprobación de aducanumab, sobre cómo
esta hipótesis era "manifiestamente insuficiente".
"Esta teoría es, a mi juicio,
manifiestamente insuficiente, en primer lugar, porque no solamente Alzheimer
–el psiquiatra alemán que describió esta enfermedad– describió este depósito de
amiloide sino que también describió depósitos de otra proteína que se llama
tau. Y la cantidad de tau depositada en el cerebro correlaciona mejor con el
trastorno cognitivo que la propia cantidad de amiloide".
Hasta el momento, Lesné no ha dado
explicaciones, a pesar de que han sido corregidos varios de sus trabajos.
Correcciones que, por otro lado, tampoco han convencido a Matthew Schrag, el
'detective neurólogo'.
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