¿Cómo aguanta los golpes la cabeza de un pájaro
carpintero?
Al martillear el
tronco de un árbol, el pájaro carpintero impacta con una fuerza 1 000 veces
mayor que la gravedad. ¿Por qué no sufren traumatismos estas aves?
Por: PATRICIA CONTRERAS
Cuando un pájaro carpintero martillea el tronco
de un árbol con el pico, cada impacto tiene una fuerza 1 000 veces mayor que
la gravedad. Por comparación, en un placaje de rugby la fuerza no llega a
ser 70 veces mayor que la gravedad. Además, el pico del pájaro carpintero
golpea el árbol entre 18 y 22 veces por segundo, tan rápido que las cámaras de
vídeo de hace solo unas décadas no permitían capturar el movimiento en
detalle. Si las federaciones de rugby acumulan demandas de sus jugadores
por daños cerebrales, ¿cómo hacen los pájaros
carpinteros para no sufrir traumatismos?
Durante
mucho tiempo los manuales de evolución ponían esta ave como ejemplo
de adaptación al ambiente: puesto que el pájaro carpintero necesita golpear los
troncos de los árboles para buscar insectos, construir nidos o marcar el
territorio, ha tenido que desarrollar una manera de que la cabeza absorba el impacto.
Efectivamente, los huesos frontales del cráneo son esponjosos y pueden hacer
de airbag, protegiendo al cerebro del fortísimo impacto del picoteo.
Inspiración militar
Tal
ha sido la admiración de la comunidad científica
por la adaptación del pájaro carpintero que se han llegado a diseñar materiales
capaces de absorber impactos inspirados en él, por ejemplo para proteger
algunos tipos de maquinaria militar. Sin embargo, esta supuesta adaptación no
se había comprobado fuera del laboratorio. De hecho, puede resultar paradójica:
si el objetivo del pájaro carpintero es taladrar el tronco del árbol, absorber el impacto del golpe le
otorgaría menor capacidad para perforar la madera.
Al
igual que un martillo recubierto de gomaespuma pierde su utilidad, el pájaro
tendría que emplear más energía para taladrar si la cabeza amortiguara el
impacto. Es más, sería razonable pensar que la selección natural favoreciera a
las aves que tuvieran que realizar un
esfuerzo menor para taladrar los troncos. Entonces, ¿cómo pueden haber
conservado una característica que empeora su capacidad de perforación? Un
equipo de investigación decidió averiguarlo.
A cámara lenta
En
primer lugar, realizaron una simulación numérica de la cabeza de un picamaderos
negro (una especie de pájaro carpintero), y constataron que una cabeza que
amortiguara los golpes tendría que picar más fuerte para conseguir el mismo
resultado. La duda sobre la arraigadísima creencia de que la cabeza
absorbía el impacto estaba sembrada. Pero faltaba confirmarlo en pájaros
carpinteros reales.
Para
lograrlo, filmaron a dos pájaros carpinteros con cámaras de hasta 4 000
fotogramas por segundo: una frecuencia 160 veces mayor que las películas
tradicionales para analizar el movimiento de la cabeza con el detalle que
requería. Los vídeos, evidentemente, no permitían ver el interior del animal,
pero esta ave tiene los ojos tan pegados al cerebro que casi no se pueden mover
por separado. Por eso estudiar el movimiento de los ojos bastaba para saber qué
le ocurría a la parte frontal del cerebro.
El
equipo investigador quería averiguar cómo se movía el pico en relación a los
ojos. Si, al golpear el tronco, el pico se frenaba mucho más rápido que los
ojos, sabrían que la cabeza absorbía el impacto. Esa es precisamente la
función del airbag de los coches: lograr que nuestro cuerpo frene más despacio
que el vehículo si este se estrella contra un obstáculo. Pero observando las
imágenes una a una, se demostró que no: los ojos del pájaro carpintero, y por tanto
el cerebro, se detenían a la misma velocidad que el pico. Es decir, la cabeza
no amortiguaba el golpe.
Un cerebro muy resistente
Entonces,
¿para qué sirven los huesos esponjosos? Según el estudio, podrían jugar un
papel en resistir el impacto, que no en amortiguarlo como si de gomaespuma se
tratara. Pero, puesto que el cerebro del pájaro carpintero es pequeño y ligero,
experimenta menos presión en cada golpe, por eso es más resistente que el
humano al traumatismo craneoencefálico. Para sufrirlo, el impacto contra el
tronco tendría que ser el doble de rápido o bien la madera tendría que ser
cuatro veces más dura.
Eso
sí, no hace falta llegar al traumatismo para sufrir lesiones cerebrales, y el
equipo investigador sospecha que los pájaros carpinteros podrían tener otros
mecanismos para protegerlos del impacto repetido. En cualquier caso, ahora
sabemos que si los materiales basados en pájaros carpinteros funcionan
para absorber impactos, no se debe a su fuente de inspiración.
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