Por:
NUÑO DOMÍNGUEZ
En estos momentos, la sonda robótica Danuri se
dirige hacia el Sol para aprovechar su enorme fuerza de gravedad e impulsarse a
su destino final: la Luna. Esta es la primera misión lanzada por Corea del Sur
a nuestro satélite y marca el inicio de un histórico desembarco de más de seis
países en lo que será una nueva era dorada de la exploración de este cuerpo,
probablemente formado hace miles de millones de años, cuando un planeta del
tamaño de Marte impactó con la Tierra y le arrancó un
pedazo . Igual que en la carrera espacial de hace 50 años, el
objetivo de muchas de estas potencias, especialmente EE UU, Europa y sus
rivales chinos y rusos, es mostrar músculo tecnológico, explorar las enormes
reservas minerales de la Luna y convertirla en una estación intermedia para
llegar al objetivo final: Marte.
“Se aproxima una
nueva era de la exploración espacial y Corea quiere estar en ella”, explica por
correo Sungsoo Kim, del Instituto de Investigación Aeroespacial de Corea y
responsable de Polcam, uno de los cuatro instrumentos científicos a bordo
de Danuri . El principal objetivo del país asiático es desarrollar
tecnología de exploración y comunicación con la Luna y otros cuerpos del
sistema solar. Pero la nave también hará investigaciones científicas de primera
línea. Polcam, por ejemplo, será la primera cámara que estudie la textura del
suelo lunar usando luz polarizada.
“El objetivo de
este instrumento será cartografiar el tamaño de las partículas de regolito
lunar, lo que nos dirá aproximadamente cuánto tiempo lleva expuesto a las
condiciones del espacio”, detalla Kim. Otros dos instrumentos analizarán la
intensidad del campo magnético lunar y la abundancia de algunos elementos
estratégicos, como el uranio, el helio o el agua.
El cuarto
instrumento a bordo, ShadowCam, ha sido desarrollado por la NASA y estudiará “las parcelas más valiosas del sistema solar” ,
en palabras de sus creadores. Se trata del interior de los grandes cráteres del
polo Sur de la Luna, donde nunca llega la luz del Sol. Se piensa que estas
cavidades en eterna penumbra atesoran toneladas de agua helada ,
un elemento clave para que los futuros astronautas puedan beber y fabricar
combustible de cohetes a base de hidrógeno.
La Danuri se
lanzó el 4 de Agosto del 2.022, pero aún tardará hasta diciembre en llegar a la
Luna y empezar a orbitarla a una altitud de apenas 100 kilómetros. Mientras
tanto, se espera que otras misiones de EE UU y Europa, India, Japón, Emiratos
Árabes y China intenten alcanzar el satélite.
El 29 de agosto despegó
la misión Artemis I de la NASA, sin duda la más ambiciosa de
todas las mencionadas. Se trata del primer ensayo general con la cápsula Orion, diseñada
para llevar astronautas a la Luna y Marte, y el cohete SLS, el mayor y más
potente jamás construido.
La Agencia
Espacial Europea (ESA) ha construido un componente clave: el módulo de servicio
de la Orion. “Esta parte es como las piernas de la nave, pues
proporciona la propulsión y energía que necesita, incluidos los paneles solares
y los depósitos de oxígeno y agua y nitrógeno; mientras el cerebro, la
electrónica y el software de control, va instalado en la
cápsula propiamente dicha”, explica a EL PAÍS Philippe Deloo, un ingeniero
belga de 61 años que encabeza la participación europea.
Los propulsores
del módulo de servicio son los responsables de llevar a la cápsula desde la
órbita de la Tierra hasta la Luna, que sobrevolará a apenas 100 kilómetros
sobre la superficie. De momento no habrá ningún humano allí para verlo: los únicos tripulantes
de la Artemis I son tres maniquíes ; uno con el
traje completo de astronauta y otros dos torsos —bautizados Helga y
Zohar— que se
usarán para estudiar la efectividad de un chaleco especial contra la radiación
del espacio.
La Orion hará
una órbita y media en torno a la Luna siguiendo una trayectoria elíptica. Si
todo sale bien, en su punto más alejado del satélite se convertirá en la nave
capaz de transportar humanos que más lejos haya llegado en el espacio; más que
las Apolo que llevaron al hombre a la Luna hace más de medio siglo.
Está previsto que
las cámaras a bordo de la cápsula envíen a la Tierra imágenes espectaculares de
la superficie lunar, de la propia nave, así como la versión de más calidad
hasta la fecha de la Tierra vista desde la
Luna . En 1968, los astronautas del programa Apolo tomaron fotos
similares que supusieron una conmoción: era la primera postal enviada por
humanos desde fuera del planeta.
La Orion tardará 19 días en completar
su ruta en torno al satélite. Después, el módulo de servicio europeo encenderá
los propulsores para traerla de vuelta a la Tierra en otros 19 días. Si todo va
según lo esperado, la cápsula se zambullirá en el océano Pacífico el 10 de
octubre tras una secuencia de aterrizaje con 11 paracaídas que la frenarán de
40.000 kilómetros por hora a apenas 30. Una de las claves de la misión es
probar el escudo térmico de la nave, que alcanzará unos 3.000 grados durante su
reentrada en la atmósfera terrestre, según ha explicado Debbie Korth, una de
las responsables de la misión por parte de la NASA, durante una rueda de
prensa.
Deloo cree que
Artemis es un programa infinitamente más ambicioso que el Apolo. “En esta
ocasión la intención es ir a la Luna para establecer bases permanentes”,
primero, orbitales, y después en superficie, explica. “En el Apolo, la ciencia
era un objetivo colateral. Ahora vamos a desplegar todas nuestras capacidades
para explorar el polo Sur de la Luna, que tiene un enorme interés geológico y
un gran potencial de explotación comercial de minerales. Todo esto nos enseñará
a saber si podemos vivir allí de forma autónoma y usar la Luna como trampolín
para llegar hasta Marte”, destaca.
Si Artemis I es un éxito, en 2024 se lanzará la primera
misión tripulada que orbitará la Luna sin aterrizar en ella. El año siguiente
la NASA espera que una mujer pise el satélite por primera vez en la historia.
El nombre de esa elegida no se ha anunciado aún, pero será seleccionada entre
el cuerpo actual de astronautas, un grupo de 42 estadounidenses, casi la mitad
mujeres, “con edades comprendidas entre los veintimuchos y los sesenta y
tantos”, según explicó en rueda de prensa Reid Wiseman, jefe de astronautas de
la NASA. “Es cierto que tenemos algún que otro examen médico, pero si están
sanas pueden contar con que les podremos enviar al espacio”, añadió.
Igualdad lunar
Muchas cosas han
cambiado respecto a los programas anteriores en pos de la igualdad de sexos,
entre ellas los límites de exposición a la radiación espacial, capaz de
provocar cáncer, que se han igualado por completo independientemente del sexo.
Cada candidato
del cuerpo de astronautas será asignado bien a Artemis, bien a la Estación Espacial
Internacional , con entrenamientos diferentes. Para la Luna, los
candidatos montan en una réplica de la Orion o pasan horas
trabajando con sus trajes de exploración lunar en las profundidades de una
piscina en tinieblas, entre otras muchas pruebas. Otros países planean misiones
algo más modestas a la Luna. Entre ellos sobresale la India, una pujante
potencia espacial que en 2009 fue protagonista de uno de los descubrimientos
más recientes e importantes en este satélite: el hallazgo de agua en la luna
realizado por la sonda Chandrayaan-1 . En 2019 el país fracasó en su intento de
aterrizar en el satélite con su módulo Vikram. El
país asiático tiene previsto realizar un nuevo intento en el primer tercio de
2023.
Quienes sí
consiguieron aterrizar ese año en la cara oculta de la Luna por primera vez en
la historia fueron los chinos .
El país planea varias misiones de exploración de la Luna, recogida de muestras
en asteroides, y está construyendo su propia estación espacial. Desde EE UU y
Europa citan a este país como su principal competidor.
Japón es otro de
los protagonistas de este renacimiento de la exploración lunar. Los nipones
tienen previsto lanzar este año la misión Slim, que intentará el aterrizaje más
preciso desde el punto de vista geográfico que se haya hecho nunca en el
satélite. La dinastía petrolera de Emiratos Árabes también espera aterrizar por
primera vez en la Luna con Rashid , un pequeño vehículo de
exploración en cuyo lanzamiento participa la empresa nipona ispace. El año
pasado, el país de los jeques ya impulsó con éxito la Al Amal —Esperanza—, la primera nave árabe que
orbitó otro planeta: Marte.
A pesar de estar
enfangada en la guerra de Ucrania, Moscú también quiere correr en esta nueva
carrera a la Luna. En tiempos de la Unión Soviética, fue un rival de primera
línea para EE UU y durante décadas fue la única otra nación capaz de aterrizar
sondas robóticas en el satélite con éxito. Las cosas han cambiado mucho. Las
sanciones y la ruptura de colaboraciones en el espacio entre Moscú y Occidente
ponen las cosas mucho más difíciles. Aun así, el país mantiene su misión
Luna-25, un aterrizador que debería haber despegado en julio, pero que
probablemente no se lance hasta 2023, según la agencia Tass.
Más cerca de la
Tierra, la guerra de Ucrania ha provocado una crisis espacial sin
precedentes . El confuso anuncio de Rusia de que abandonará la
Estación Espacial Internacional (ISS) —una base espacial constantemente
habitada por astronautas internacionales a 400 kilómetros de la Tierra— en 2024
impacta de lleno en los planes de EE UU y Europa, que querían mantenerla en
pleno funcionamiento hasta 2030. Aunque todo indica que prolongará su presencia
en la ISS más allá de la fecha anunciada para su retirada, por su incapacidad
para poner en marcha su propia estación en pocos años.
Deloo, veterano
ingeniero de la ESA, que fue durante años responsable de la participación
europea, cree que los dos socios occidentales no deberían tener muchos
problemas para seguir operando sin necesidad del módulo ruso. “La única función
exclusiva de este módulo es desorbitar la estación cuando llegue el final de su
vida útil. De momento, los socios occidentales pueden seguir elevando la
estación para que conserve su órbita, así que hay tiempo de sobra para
adaptarse y operar con normalidad sin Rusia”, asegura.
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