Así cambian
nuestras células unas buenas vacaciones (y qué les pasa si vuelve el estrés)
La tensión crónica es un serio enemigo
del equilibrio fisiológico y, por ello, tomar un descanso es importante para
evitar el daño celular al organismo
Por: GUILLERMO LÓPEZ LLUCH
No
nos damos cuenta, pero una gran parte de nosotros vivimos en condiciones de
estrés casi continuo. Desde que el sonido del despertador nos arrebata de los
brazos de Morfeo hasta que intentamos caer en sus brazos de nuevo solemos estar
sometidos a diferentes formas de estrés que pueden afectarnos de manera
bastante grave.
De
hecho, el estrés crónico es un serio enemigo del equilibrio fisiológico y uno
de los principales factores desencadenantes de enfermedades como el síndrome metabólico, la diabetes tipo 2, las
enfermedades cardiovasculares, algunas neurodegenerativas como el párkinson y la inflamación crónica. Esencialmente,
enfermedades en cuyo origen tienen bastante que ver hábitos de vida.
SkiPor ello, tomarnos un
descanso es importante para descargar de estrés y de daño celular al organismo.
La cuestión es, ¿de verdad descansamos en vacaciones? ¿O, en lugar de eso, nos
estresamos más cuando formamos parte de estampidas llenas de prisas, atascos,
colas en los aeropuertos y carreras para colocar la sombrilla en la primera
línea de playa?
Efectos
colaterales del estrés
Constantemente
recibimos información en forma de estímulos sensoriales desde el exterior, pero
también desde el interior. Así detectamos si tenemos hambre, sed, sueño, dolor,
malestar… Muchas de estas sensaciones dependen de conducciones nerviosas, pero
otras se producen porque nuestras células y órganos liberan sustancias que
informan a otras células y órganos. A estas sustancias las conocemos como
factores locales y hormonas.
Por
ejemplo, cuando necesitamos reaccionar de inmediato para defendernos de un
peligro, liberamos sustancias como la adrenalina, la norepinefrina y el
cortisol, que activan los órganos para producir una respuesta rápida que o bien
nos pone en alerta o bien, directamente, nos permite escapar.
Estas
hormonas del estrés solicitan de nuestro cuerpo una respuesta defensiva u
ofensiva necesaria para la supervivencia. Lo notamos de inmediato en síntomas
como sequedad de boca, sudoración de las manos, aumento de la frecuencia
cardiaca o dolor de cabeza. El problema es que, por lo general, nos estresamos
estando en la oficina, en el sofá, en casa, en el súper o incluso charlando con
amigos. En esas situaciones, nuestro cuerpo recibe señales de peligro, pero
nuestros músculos y órganos no responden a ellas (no huimos ni peleamos).
Cuando
esa “contradicción” se perpetúa en el tiempo nos ocasiona serios problemas. El
estrés crónico mantiene a nuestras células en un estado de activación continua
que acaba produciendo daños moleculares y celulares, respuestas inflamatorias
crónicas y todo un conjunto de efectos colaterales que afectan a nuestra salud.
¿La
solución? Tomarnos la vida con un poco de tranquilidad.
Relajación
necesaria: el efecto de las endorfinas y otras hormonas
El
descanso y la relajación tienen efectos beneficiosos más que contrastados sobre
las células. Por lo pronto, las evidencias científicas indican que el descanso y
el sueño reparador ayudan a eliminar los daños acumulados en estas y a
recuperar los ritmos naturales de sueño y vigilia.
La
melatonina u “hormona del sueño” juega un papel esencial en este sentido,
porque activa la eliminación de estructuras celulares dañadas. Eso impide que
se acumule la basura celular y evita que progresen enfermedades neuroneurodegenerativas como el alzhéimer.
Por
otro lado, unas agradables vacaciones liberan en nuestro organismo endorfinas.
Conocidas como las “hormonas de la felicidad”, se trata de pequeñas
proteínas que estimulan los centros de las emociones placenteras en el cerebro.
Se consideran opioides endógenos y nuestras neuronas las liberan cuando nos
encontramos en situaciones relajantes, felices y cuando hacemos ejercicio.
Aunque los efectos moleculares de estos neurotransmisores no están del todo
claros, algunos indicios indican que pueden prevenir la
progresión de enfermedades neurodegenerativas.
Otro
neurotransmisor que se libera cuando nos encontramos relajados es la
serotonina, otra sustancia también conocida como “hormona de la felicidad”. Su
deficiencia se ha asociado con múltiples enfermedades, especialmente con la fatiga crónica, pero
también con la demencia o con la gravedad de la covid-19.
Las
vacaciones mejoran la salud
Teniendo
en cuenta todos estos factores, disfrutar de unas vacaciones relajadas que nos
alejen del estrés diario es importante para recuperar los equilibrios
fisiológicos que nos permiten mantener una buena salud.
Solo
bajar los niveles de hormonas del estrés, aumentando a la vez aquellas que nos
producen placer y relajación, ayuda a que las células eliminen los daños
acumulados con el tiempo y previenen múltiples enfermedades. No es necesario ir
a destinos exóticos ni a playas de ensueño: basta con dejar a un lado las
presiones, descansar sin preocupaciones y disfrutar. Con eso ganamos mucho en
salud y nuestras células lo agradecen.
Y
cuando las vacaciones acaban, no estaría de más seguir teniendo presente lo
bien que le sienta a nuestro organismo el descanso bien organizado.
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