Tráfico
de niños para jugar al fútbol, una nueva forma de esclavitud
Una nueva forma de esclavitud se extiende
ahora en el mundo, la del tráfico de niños africanos y latinoamericanos para
jugar al fútbol en los grandes clubes europeos. A pesar de que las normas de la
FIFA prohíben que los clubes contraten a menores de fuera de Europa, algunos de
los grandes equipos de España, Italia, Francia e Inglaterra lo hacen, según una
investigación sobre ello en África, Noruega y París, entre otros lugares, y que
ha comenzado el rodaje de la película Diamantes negros, con la que denunciará
esta situación. Actualmente, existen unos 20.000 menores africanos que han sido
abandonados por los equipos y sobreviven en las calles de nuestros países.
Conocida
en los organismos internacionales y ONG's como una modalidad de 'trafficking',
esta nueva perversión se lleva a cabo de muy diferentes maneras. Algunos clubes
emplean la táctica de becas ficticias, falsificación de pasaportes o incluso de
contratos de trabajo a los propios menores como jardineros, empleados del bar
de los estadios...
La
mayoría de las veces, engañan a las familias, que esperanzadas por la
posibilidad de una vida diferentes para sus hijos, veden sus propiedades o se
endeudan de por vida para conseguir el dinero del viaje de los niños.
Cuando
los niños llegan, nada es fácil para ellos. Si no responden como prometían o
tienen una lesión, son abandonados a su suerte. Si los clubes deciden
mantenerles, no existe para ellos una educación adecuada ni la posibilidad de que
sean sus familias las que manejen su situación.
Esta
es una realidad que fue denunciada en el Parlamento Europeo por el
representante de la ONG Culture Foot Solidaire y ex futbolista camerunés
Jean-Claude Mbvoumin.
En Noruega descubrieron a John Obi Mikel, un niño al que tenían escondido
en este país los dirigentes del Chelsea, esperando que cumpliera 18 años. Allí,
llevaron también a tres niños nigerianos para que Obi Mikel no "tuviera
añoranza y la ‘inversión' se echara a perder". Además, el director
contactó con Ronny Van der Meij, un abogado especialista en derecho deportivo,
que fue quien le facilitó, entre otros, la información de los 20.000 niños
africanos que vinieron a Europa a jugar al fútbol y hoy malviven en las calles.
En París, Alcantud conoció a menores abandonados después de sufrir alguna
lesión o tras fallar en sus primeras pruebas.
Para
las familias africanas y latinoamericanas pobres es muy difícil, por no decir
imposible, resistirse a la tentación de convertir a los niños en futbolistas
profesionales en algún país de Europa. Ello facilita enormemente el tráfico de
los menores, un delito siniestro que podría evitarse creando academias de
fútbol en sus países de origen, aunque por supuesto eso implicaría un gasto un
poco mayor para los millonarios clubes de fútbol.
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