viernes, 11 de noviembre de 2022

 

Las llegadas de migrantes a Reino Unido por mar a través del canal de la Mancha se disparan tras el refuerzo del Eurotúnel

·         En lo que va de año, más 33.000 personas han cruzado en pequeñas embarcaciones a suelo británico, según las últimas cifras publicadas este mes por las autoridades locales

Amado Herrero

El lunes 22 de agosto las aguas del canal de la Mancha estaban especialmente tranquilas. Las condiciones meteorológicas favorecieron que se superase el récord histórico de llegadas al Reino Unido desde la costa francesa en un solo día: las autoridades británicas contabilizaron 1.295 migrantes, que atravesaron el mar en 27 embarcaciones improvisadas. Se trata de un medio de transporte apenas utilizado hace cuatro años (en 2018, solo 299 personas llegaron por mar), pero que se ha convertido en una de las principales vías de acceso a la isla.

Agosto y septiembre registraron varias jornadas en las que más de un millar de personas lograron recorrer los 30 kilómetros que separan los litorales de Francia e Inglaterra. El balance en lo que va de año es de más de 33.000 llegadas, según las cifras del ministerio de Defensa británico publicadas a principios de octubre. La cifra supera ya los 28.526 cruces registrados en 2021 y supone un notable aumento respecto a las 8.404 entradas contabilizadas en 2020.

Desde finales de los 90, la mayoría de migrantes en dirección al Reino Unido llegaban a través del Eurotúnel, ocultos en trenes o en la parte trasera de camiones. Sin embargo, en los últimos años, a petición de las autoridades británicas, se han reforzado los controles en este punto de acceso. Después de que unas 2.000 personas intentaron cruzar el túnel a pie en julio de 2015, las autoridades decidieron acelerar la construcción de vallas de alambre de espino y la instalación de cámaras de vigilancia.

Como resultado, el acceso a través del Eurotúnel es mucho más complicado y la vía marítima está ganando peso. De los 16.000 migrantes que alcanzaron suelo británico en 2019, solo el 10% de ellos lo hizo por mar. El año siguiente, casi la mitad llegó en barco. “La militarización del litoral norte provoca que se asuman más riesgos, incluso con salidas más tempranas en el año, a pesar de los vientos violentos y el mar frío y agitado”, explica Marguerite Combes, coordinadora de la ONG Utopia 56 en Calais. “Antes los barcos partían de Sangatte, a 37 km de la costa inglesa, pero ahora vemos que algunas salidas son casi desde la bahía del Somme, lo que supone más de 60 km de mar a cruzar en condiciones extremadamente peligrosas”, indica.

Según los registros de las ONG, al menos 355 personas han muerto en la frontera marítima entre Francia, Bélgica y el Reino Unido desde 1999. 31 de ellas fallecieron en un solo día, tras el naufragio del 24 de noviembre de 2021. “Todos estos migrantes han sufrido muertes violentas que están directamente relacionadas con la externalización de los controles migratorios británicos en suelo francés (atropellos al intentar cruzar, accidentes en los campamentos, naufragios, etc)”, explica Arnaud Banos, geógrafo y director de investigación en el laboratorio UMR IDEES y en el Instituto de Convergencias Migratorias de la Universidad de Le Havre en Normandía.

El investigador señala que, desde los años ochenta, los acuerdos firmados entre Francia y Reino Unido han hecho que la frontera británica se traslade de facto a suelo francés. “Esa externalización de la frontera se traduce en la prohibición de acceso a rutas de tránsito 'clásicas' y más seguras, y en la lucha de las autoridades francesas contra la presencia de migrantes irregulares en la costa”, apunta Banos.

El litoral, especialmente en la zona de Calais, ha aumentado el refuerzo de la seguridad para impedir que los inmigrantes puedan acceder a territorio británico. “Cuando se cierran ciertas vías, los dispositivos de seguridad no impiden el cruce, simplemente se tienen que abrir nuevos caminos, a menudo más largos y/o más peligrosos”, resume Camille Martel, también investigadora en el laboratorio UMR IDEES y la Universidad de Le Havre en Normandía. “Y esa estrategia de lucha contra la inmigración en tierra firme repercute en la capacidad de proteger la vida en el mar”, explica.

 

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