Una
catástrofe aérea sin cuándo, dónde, cómo, ni por qué
El
primer ministro de Malasia, Najib Razak, aseguró el lunes pasado que el
aparato se estrelló en una zona remota del océano Índico sur, y dio a entender que
no hubo supervivientes, algo que dijo de forma más clara la aerolínea.
Cuando
han pasado 23 días desde que se volatilizó el Boeing 777-200ER, hay pocas
certezas y muchas incógnitas sobre la tragedia. Y el tiempo para localizar el
aparato se acaba. Las baterías de la caja negra, que conserva los registros de
las conversaciones de los pilotos y otros datos del funcionamiento del avión,
imprescindibles para poder saber lo que pasó, solo tienen energía para emitir
señales de localización 30 días. Quedan siete.
Lo que se sabe
El
Boeing 777 despegó de Kuala Lumpur a las 00.41 del 8 de marzo (siete horas
menos en la España peninsular) y debía haber aterrizado en Pekín a las 6.30. A
la 1.19 se produjo la última conversación entre los pilotos y el control de
tráfico aéreo de Malasia. Las autoridades de este país han dicho que alguien a
bordo del avión desconectó, tras el despegue, uno de los sistemas de
comunicación, el ACARS (Aircraft and Communications
Addressing and Reporting System), que envía datos automáticamente cada cierto
tiempo sobre el funcionamiento de los motores y otros parámetros a los centros
de mantenimiento o los fabricantes. Poco después fue apagado el transpondedor,
que comunica con la red de control aéreo civil.
De
ello, han concluido que alguien los inutilizó y obligó a la aeronave a
cambiar de rumbo cuando se encontraba sobre el mar
del Sur de China entre Malasia y Vietnam. El Boeing se dirigió de vuelta hacia
Malasia y se internó sobre el estrecho de Malaca. El giro fue detectado por los
radares militares, que registraron por última vez el MH370 a las 2.15, al norte
del estrecho de Malaca. Un satélite de Inmarsat, sin embargo, recibió hasta las
8.11 las señales automáticas —pings o handshakes— que continuó emitiendo cada
hora, lo que permitió a los investigadores definir un arco de dos posibles
corredores aéreos que pudo seguir el aparato: uno hacia el noroeste y Asia
central, y otro hacia el suroeste y el Índico sur. Tras un análisis más
detallado, los expertos de Inmarsat concluyeron que el avión se estrelló en el
Índico sur.
Lo
que se desconoce
¿Qué?,
¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cómo?, ¿por qué? Si la primera pregunta tiene respuesta —la
desaparición del Boeing de Malaysia Airlines con 239 personas y
su caída al mar—, las otras cuatro siguen siendo un misterio más de tres
semanas después de que desapareciera el avión.
¿Cuándo?
Al anunciar el lunes el destino trágico del MH370, el primer ministro malasio,
Najib Razak, no informó del momento exacto en el que se precipitó en el mar.
Los expertos creen que ocurrió entre las 08.11 —cuando se detectó un ping— y
las 09.15 —cuando ya no se detectó—, lo que, según dijo el martes pasado el
ministro de Defensa e interino de Transporte de Malasia, Hishammuddin Hussein,
“es coherente con el aguante máximo del avión”, en referencia a que ya no debía
quedarle combustible.
¿Dónde?
Las autoridades malasias tampoco identificaron el lugar exacto en que se
estrelló. Durante estas tres semanas, las zonas de búsqueda han oscilado del
mar del Sur de China, al estrecho de Malaca, el mar de Andamán, el golfo de
Bengala, zonas terrestres en numerosos países asiáticos y dos corredores de
miles de kilómetros entre Asia central y el Índico sur.
Es
aquí, en el Índico sur, donde están concentrados ahora los esfuerzos, tras el
análisis de los datos de los satélites sobre la trayectoria que siguió el
Boeing, y haberse detectado posibles
restos desde satélites de diferentes países y aviones.
Aviones
y barcos buscaban desde la semana pasada en una zona a unos 2.500 kilómetros al
suroreste de la ciudad australiana de Perth, pero este viernes, al contar con
nuevos datos, bascularon a otra área a 1.850 kilómetros al oeste de Perth,
donde han sido avistados desde el aire supuestos restos del MH370.
¿Cómo
y por qué? Las dos preguntas están unidas, en medio de la nebulosa más
absoluta. Las autoridades de Malasia han puesto en marcha una investigación
criminal, y, con la ayuda de expertos internacionales, están analizando
diferentes teorías. Desde un sabotaje y un secuestro por parte de alguien de la
tripulación o del pasaje, a un intento de
suicidio del piloto, Zaharie Ahmad Shah, de 53 años, o el copiloto, Fariq Abdul
Hamid, de 27 años. De momento, nadie ha reivindicado un
posible acto terrorista.
También se está
analizando la posibilidad de un fallo técnico, como un incendio y una
descompresión, o una crisis extraordinaria en pleno vuelo con el avión en
pilotaje automático durante horas hasta estrellarse por falta de combustible.
Mientras no se encuentren los restos y se recupere la caja negra, será prácticamente
imposible responder a estas preguntas. Y el proceso, de culminarse, podría
tardar años y no despejar todas las incógnitas
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