Un oficio tabú:
trabajadores sexuales para discapacitadas
Dimitri Zorzos, un
griego de 37 años que se encarga de brindar servicios sexuales a personas con
discapacidad, llama la atención sobre este trabajo en el mundo.
Dimitri Zorzos se presenta como Dyon
Baco cuando ejerce su oficio como asistente sexual de mujeres en condición de
discapacidad. Desde 2011 comenzó a involucrarse en este trabajo. Aparentemente
es el único hombre en España que se dedica a esta labor. No
tiene prejuicios ni tapujos al hablar del tema, solo el deseo de “luchar por
esta causa” y normalizar la figura de los asistentes sexuales en Europa.
Su historia, narrada en un reportaje
publicado por el periódico El Mundo, ha puesto
la atención en un tema tabú dentro de la sociedad y los mismos sistemas de
salud: el manejo de la sexualidad de personas en
condición de discapacidad.
Dimitri nació en Atenas, pero decidió
viajar a España para darle un vuelco a su vida. Antes, solía acompañar a sus
padres en el negocio familiar: una imprenta. Pero cuando conoció la historia de una joven francesa que se dedicó al trabajo
sexual con discapacitados para pagar sus estudios, comenzó a
plantearse un nuevo destino. Dimitri tenía 15 años en ese entonces y el
reportaje de la francesa se quedó dando vueltas en su cabeza.
Tiempo después de llegar a España tomó
la decisión de unirse al equipo de Sex Asistent, un
grupo de mujeres que fundaron la organización que ofrece
asistencia sexual a discapacitados en España.La organización,
liderada por Montse Neira, una mujer que comenzó trabajando en una casa de
citas para luego especializarse en clientes con distintos tipos de
discapacidad, es una de las pioneras de este oficio en Europa y el mundo. "Tenía compañeras que se negaban.
Les daba asco porque tenían otro aspecto, otras limitaciones. Yo desde el
principio tuve relaciones con este tipo de clientes y seguiré teniéndolas”,
dijo Neira en una famosa entrevista publicada en España. Según ella, la causa
de que esta práctica no se vuelva común es que muchas familias no entienden que
sus hijos tienen estas necesidades y “tratan el tema de la
sexualidad, la masturbación y los juegos sexuales desde un punto de vista
negativo, como si fuera malo descubrirse a sí mismo o tener
curiosidad por saber lo que se siente”.
Junto con Neira, quien también ha
liderado la defensa de los derechos sexuales de personas en condición de
discapacidad, está Silvina Peirano, una
argentina que en 2003 dejó su país luego de la crisis financiera, para
radicarse en España. Actualmente es orientadora sexual en discapacidad y fundadora de Sex Asistent.
Para el griego, ingresar a este mundo de
trabajadores sexuales, siendo hombre, fue un gran reto. Dimitri relató que
“había varias chicas, pero fui el primer hombre de ese
grupo, después llegaron otros que se unían y lo dejaban. No es
nada sencillo”. “Tenemos fases –contó a los
periodistas–, hay un café de expectativas. Donde conversamos, nos conocemos,
marcamos los límites. Es el momento en que se decide si, por ejemplo, desea una
penetración. Así, el día del encuentro lo tenemos pactado. Conversamos y dejamos claro que esto no es para enamorarse. Esto
se hace muy detenidamente. Buscamos que tenga la misma seriedad que con un
psicólogo o con un fisioterapeuta. La idea es que podemos tratar su sexualidad.
Lo que en la práctica les da la libertad. Ellas, la mayoría de las veces, sólo
quieren que las traten como adultos”.
Por cada servicio recibe en promedio unos 75 euros, pero por cierto tipo
de experiencias más extensas pueden alcanzar los 200. Una
de sus clientes incluso le pagó con un poema.
Espera poder ayudar a todas las mujeres
que lleguen a necesitar de sus servicios, pues en España el 60 % de la
población con discapacidad son mujeres. Según el Observatorio
Estatal de la Discapacidad, se estima que son casi cuatro millones, aunque es
“imposible saber cuántas pueden necesitar asistencia sexual”, afirmó una fuente
del Observatorio.
A pesar de que el caso de Dimitri y Sex
Asistent dan luces sobre la regulación del trabajo sexual a personas
discapacitadas, todavía es un tema desconocido y, en ocasiones, rechazado. Por
ejemplo, en Europa, países como Suiza, Alemania, Holanda y Bélgica consideran
la asistencia sexual como un servicio del sistema sanitario, pero solo Suiza lo tiene regulado de forma oficial. Inclusive,
está subvencionado. Sin embargo, en los demás países del continente el debate
todavía es incipiente.
En España, la única referencia que existe sobre este tema se encuentra
en el código éticoelaborado por Sex Asistent y la Asociación
Nacional de Salud Sexual y Discapacidad, donde se expone la necesidad de un cambio de enfoque en el trato a personas en condición de
discapacidad: de un modelo asistencial a uno que las reconozca como
sujetos de derechos y no como objetos de tratamiento y protección social.