¿Qué enfermedades genéticas
podemos transmitir a nuestro hijo?
Cada persona
es portadora de entre tres y cinco mutaciones genéticas recesivas. Algunas son
especialmente frecuentes, como la ligada a la fibrosis quística (presente en
una de cada 25 personas) o la atrofia muscular espinal (una de cada 50). Ser
portador no implica sufrir la enfermedad, ni presentar síntomas, ni que se
hayan manifestado antes en algún familiar. Pero si se diera la casualidad de
que los dos miembros de la pareja tienen alterado el mismo gen existe un riesgo
del 25% de que los hijos padezcan la patología. ¿Cómo saberlo?
Uno de los
últimos servicios que ofrecen los centros de reproducción asistida son los
llamados test de compatibilidad genética. Gracias a esta posibilidad, cualquier
pareja que quiera tener descendencia podrá conocer qué mutaciones tiene cada
uno de ellos y si existe riesgo de transmitir determinadas enfermedades
(depende del test, entre 200 y 600). Con esta información podrán saber si pueden
intentar un embarazo natural sin asumir riesgos (al menos, los conocidos) o si
les compensa recurrir a procedimientos para esquivar las mutaciones, ya sea a
través de un programa de donación de gametos (embriones u óvulos) o someterse a
un proceso de reproducción asistida que permita estudiar los embriones en el
laboratorio e implantar el que no haya heredado la enfermedad (diagnóstico
genético preimplantacional).
Los centros
de reproducción han ido sustituyendo el lema clásico de “un embrión, un niño” como
objetivo –para evitar embarazos múltiples– por el de “un niño sano en casa”. Y
buscan clientes ya no solo entre personas con problemas de fertilidad, sino
entre todo tipo de parejas preocupadas por tratar de aprovechar al máximo las
posibilidades que ofrece la ciencia y la tecnología –especialmente los métodos
de secuenciación genética masiva, cada vez más baratos– para limitar la
probabilidad de tener alguna de estas enfermedades ligadas a la mutación en un
gen, cuya prevalencia ronda el 1% de los nacimientos, según datos de la Organización Mundial de la
Salud.
Distintos
colegios profesionales estadounidenses de genética (Colegio de Genética Médica de
EE UU) o de ginecología (Colegio de Obstetras y Ginecólogos de EE UU) ya
aconsejan este test, se requiera o no ayuda para concebir.
Uno de los
principales laboratorios que ofrece esta prueba es Igenomix, que
colabora, con el Grupo IVI, entre
otras clínicas de reproducción asistida. La firma tiene la sede en Valencia y
también cuenta con laboratorios en Miami, Los Ángeles, Sao Paulo, Milan, Nueva
Delhi y Dubái. Carlos Simón, responsable de la firma, explica que el test ha
tenido una acogida especialmente relevante en Estados Unidos, pero también
destaca el caso de Dubái, desde donde la firma presta servicios a Oriente
Medio. “Allí, debido a la elevada consanguinidad por la frecuencia de
matrimonios entre familiares hemos visto que el número de mutaciones es muy
elevado”, relata. De hecho, Simón cuenta la anécdota de que han tenido que
cambiar en nombre del test, ya que en estos países plantear el concepto de
incompatibilidad puede tener serias consecuencias: si un hombre no puede tener
hijos con su mujer –como sería el caso, según una interpretación extrema– ,
tiene el derecho de repudiarla. El Compatibility Genetic Test se ha rebautizado
como Carrier Genetic
Test (CGT).
Los
investigadores del centro han elaborado un estudio con 137 parejas y han
observado que, con datos básicamente de pacientes españoles, hasta el 7% de las
parejas que se han hecho el test tenían riesgo (el 25% por bebé) de tener un
hijo enfermo por enfermedades recesivas o ligadas al cromosoma X.
Cada
laboratorio ha desarrollado su propia prueba, “pero lo importante es el nivel
de detección de mutaciones, nosotros observamos más de 33.000”, comenta Xavier
Barri, responsable de la unidad de genética reproductiva de la compañía. El
precio de las pruebas más completas, señala, se encuentra entre los 700 y 800
euros.
Estos test
se comenzaron a practicar en los programas de donación, tanto de esperma como
de óvulos. “La ley obliga a analizar a todos los donantes”, explica Julio
Martín, de Igenomix. De esta forma, al conocer las características genéticas de
los gametos se pueden cruzar adecuadamente con las del receptor para evitar la
coincidencia de mutaciones recesivas y el riesgo de transmitir enfermedades. Es
un procedimiento que ya se ha incorporado a la rutina clínica.
Pero, al margen de los tratamientos
de reproducción asistida, cada vez es más frecuente que parejas que han
decidido concebir de forma natural acudan a los centros a solicitar esta
prueba. “Es gente que quiere conocer al máximo los riesgos que tiene”, apunta
Barri, de Dexeus. “En Estados Unidos es más común, en Europa será más
frecuente. De unos 600 pacientes a los que hemos atendido, 100 se trataban de
parejas sin patología", explica. “Incluso hemos tenido casos de solteros
que querían saber si eran portadores de alguna mutación para saberlo si de cara
al futuro tenían pareja”, añade Xavier Estivill.
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