La
Tierra chocó con un planeta gemelo para crear la Luna
Sistema Solar, hace unos 4.500 millones de años. Los
gigantes gaseosos Saturno y Júpiter ya se han formado. Mientras, en la región
más cercana al Sol, orbitan más de 80 planetas rocosos como la Tierra. En
realidad son embriones de planetas que chocan violentamente entre sí, se funden
y forman cuerpos cada vez más grandes. Este descomunal tiovivo seguirá en
marcha unos 200 millones de años. Para entonces, el enjambre de rocas se habrá
agrupado en cuatro planetas. No hay manera de saber si este relato es cierto,
aunque es muy probable que Marte, la Tierra, Venus y Mercurio se formasen así.
Ahora, una de las simulaciones más precisas que se han hecho de aquel proceso
intenta esclarecer un enigma que lleva vigente décadas, si no siglos: ¿cómo se
formó la Luna?
La teoría del gran impacto dice que nuestro planeta
chocó con otro del tamaño de Marte, conocido como Theia. Fue un cataclismo tan violento que nuestro planeta
desapareció durante unas horas. Una pequeña parte salió despedida y se mezcló con los restos de Theia,
convertidos en roca fundida tras el golpe. El resultado fue la Luna.
El gran
problema para aceptar esta teoría es que, según las estimaciones más recientes,
menos de un 1% de las colisiones eran entre planetas iguales. Actualmente los planetas
del Sistema Solar tienen composiciones muy diferentes unos de otros, con lo que
Theia también debió haber formado una Luna muy diferente de la que conocemos.
Sin embargo, las rocas lunares traídas por las misiones Apolo a finales de los
años sesenta demostraron que los yermos de la Luna y el manto terrestre son
casi indiferenciables en su composición. El origen de la Luna se convirtió, más
que nunca, en un enorme quebradero de cabeza
El nuevo trabajo, publicado en
Nature, muestra ahora que los choques entre gemelos eran mucho más comunes de
lo que se pensaba. “Hemos usado simulaciones de alta resolución para comprobar
si la composición de cada planeta y el último cuerpo con el que impactaron eran
tan diferentes como la gente pensaba de antemano y lo que hemos averiguado es que
sucede justo lo contrario”, explica Alessandra Mastrobuono, astrofísica del
Instituto de Tecnología de Israel y coautora del estudio. “Es un resultado
apasionante que potencialmente resuelve 30 años de dudas sobre la teoría del
gran impacto”, añade.
Su equipo ha simulado 40 veces la formación de los
planetas interiores del Sistema Solar, cada vez manejando las trayectorias de
unos 80 embriones planetarios y entre 1.000 y 2.000 fragmentos más pequeños que
chocan y chocan durante millones de años. La complejidad de cálculo es tal que
cada simulación lleva de dos a cuatro meses y ha requerido el uso de un
superordenador, explica la astrofísica. Los resultados del análisis afirman que
entre el 20% y el 40% de los cuerpos que chocaron contra la Tierra eran prácticamente
iguales químicamente. En otras palabras, “es bastante probable” que la Tierra
chocase con un planeta gemelo y que eso explique el origen de la Luna, dice
Mastrobuono.
Robin Canup, astrofísica de EE UU, aporta una opinión independiente sobre el
trabajo. Estos resultados dan “un apoyo renovado” a la teoría del gran impacto,
explicando las similitudes entre la Luna y la Tierra, dice la experta del
Instituto de Investigación del Suroeste (EE UU). Pero los datos no bastan para
cerrar el caso. Aún hay cosas que no encajan, por ejemplo, las diferencias en
la composición de ciertos elementos como el oxígeno o el tungsteno.
Precisamente otros dos estudios publicados este miércoles en Nature se centran en
ese segundo elemento, cuya composición es ligeramente diferente entre la Tierra
y la Luna. En una nota de prensa, uno de los equipos responsables del trabajo
señala que estos datos son compatibles con un gran impacto, pero descartan la
posibilidad de que Theia y la Tierra tuvieran la misma composición. Mastrobuono
y Canup mantienen que sí son compatibles, aunque, advierte esta última, serán
necesarios nuevos cálculos probabilísticos para demostrarlo.
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