La cárcel turca de Drácula
Una de las muchas sombras que acompañan
la leyenda del temible Drácula está a punto de difuminarse. Poco se sabía de su
juventud, aunque la mayoría de sus estudiosos coincidían en que él y su hermano
fueron rehenes políticos de las autoridades otomanas durante varios años para
asegurar la colaboración de su padre. Pero, ¿dónde estuvieron? Un grupo de
arqueólogos turcos cree haber descubierto el lugar que sirvió de hogar forzoso
de quien con el tiempo se convertiría en Vlad el Empalador: el antiguo castillo
de Tokat, que se alza en un peñasco junto a esta ciudad en la parte norte del
centro de Turquía. “El castillo está completamente rodeado de túneles secretos;
es muy misterioso”, describió a la prensa local Ibrahim Cetin, uno de los
arqueólogos que aseguran que fueron estas mazmorras las que alojaron al joven
Vlad. “Es difícil estimar en qué sala se retenía a Drácula, pero él estuvo por
aquí”, añadió Cetin.
Fue supuestamente durante sus años como
preso político cuando Vlad desarrolló su carácter violento y el odio hacia el Imperio Otomano. Se cuenta que en 1462 el príncipe Vlad y sus hombres
dejaron los cuerpos empalados de 20.000 personas a las afueras de la ciudad de
Târgoviste, entonces capital de Valaquia, para que los encontraran las fuerzas
otomanas que se aproximaban desde Constantinopla, la actual Estambul. Como comparación, el vampiro de Bram Stoker, que en
el libro apenas muerde a unas pocas personas, parece casi entrañable.
Nacido en Transilvania en el primer tercio del siglo XV, se le conocía
como Vlad Draculea (de dragón) y más tarde fue el príncipe Vlad III de
Valaquia, una región al sur de la Rumania actual. Como príncipe, Vlad lideró a tropas
rumanas cristianas en la guerra contra el Imperio Otomano, que quería
expandirse hacia Europa, y se ganó fama de ser extremadamente cruel y de
torturar y dejar empalados en el campo de batalla a miles de enemigos.
Los otomanos lo llamaban Lord Empalador.
Años después de su muerte entre 1476 y 1477, su fama se había extendido por
toda Europa. El mito y la leyenda fueron enriqueciendo su historia, que siglos
más tarde inspiró al escritor irlandés Bram Stoker para imaginar en 1897 la figura del conde
Drácula, el vampiro más literario, que recoge el nombre original del príncipe
Vlad. Aunque la idea general del vampiro existe desde la Antigüedad y su figura
moderna parece nacer en el sudeste europeo en el siglo XVIII, fue este Drácula
de novela gótica quien popularizó la imagen del vampiro inmortal que se
alimenta de la sangre de sus víctimas. En Occidente, libros y películas han
reinterpretado su historia hasta el aburrimiento, y diferentes regiones de
Rumania, Bulgaria, Serbia y ahora también Turquía tratan de apropiarse de su
historia por motivos culturales o a veces turísticos.
“El castillo de Tokat está construido
sobre la ciudad en una pendiente muy inclinada para su defensa. Más tarde, en
el periodo otomano, se usó como prisión y aquí hubo presos destacados: también
se rumorea que el conde Drácula estuvo en estas mazmorras durante siete años”,
contó a la prensa local Abdurrahman Akyuz, director provincial de Cultura y
Turismo en Tokat.
Akyuz añadió que una vez restaurado por completo el
castillo servirá de atracción turística e incluirá un çay bahçesi, un
establecimiento ajardinado con pequeñas mesas y taburetes para tomar el té. En
Turquía, el té se sirve tradicionalmente en vasitos acampanados de cristal y es
de sabor fuerte y color rojo oscuro, quizá como la sangre que alimentaba al
conde Drácula y que siglos antes derramaron copiosamente las tropas de Vlad el
Empalador.
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