El lince con botas
Se llama Litio y tiene las pilas cargadas
desde bebé. El biólogo que recorrió España para traerlo de vuelta a su
Andalucía natal nos lo diagnostica: "Tenía pulgas y garrapatas, pero su
salud es buena"
Cuando el GPS que llevaba en el collarín se quedó sin pila, en
otoño de 2016, Litio pasó a ser un fantasma errante.
Nadie supo más de él. El radar que lo seguía dejó de parpadear y los biólogos
que lo habían traído al mundo en cautividad temieron que el lince estuviera
muerto y su cabeza, como un trofeo, colgada en el salón de alguna finca
andaluza. Llevaba 19 meses en paradero desconocido y con una alerta de busca y
captura. "Lo que nunca imaginamos es que cruzaría todo el país y
aparecería en la otra punta de la Península", confiesa, todavía
sorprendido, el biólogo Miguel Ángel Simón, que lidera Iberlince, cuyo objetivo
principal es la reintroducción de esta especie amenazada (quedan 589
ejemplares, según el último censo, de 2017) y única en el mundo. Pero así
fue. La mañana del 29 de mayo, en una zona boscosa del Bajo Llobregat,
agentes rurales avistaron con asombro un lince -no se veía uno
en Cataluña desde hace un siglo- y, a través de fotografías, lograron
identificarlo. Era Litio, el gato salvaje que andaban buscando. Había cruzado
España de punta a punta, desde el Algarve portugués hasta Barcelona. Toda una
proeza. El problema ahora era cómo atraparlo para poder devolverlo a Doñana, su
casa. Durante ocho días el lugar exacto en el que se encontraba en Cataluña fue
mantenido en secreto. Litio era vigilado por tierra y aire desde un
helicóptero. "Si aquello se llenaba de curiosos, corríamos el riesgo de
volver a perderlo", justifica la precaución el biólogo Simón, quien en
compañía de un veterinario y otros dos biólogos de la Junta de Andalucía se
desplazó al lugar para dirigir la captura del depredador ibérico más buscado. Y
a tenor del tiempo empleado y el carácter escurridizo del animal, no resultó
fácil atraparlo. De hecho, fracasaron varios intentos.
Después de dos días de persecución, por fin Litio mordió el
cebo. Ocurrió a eso de las 11.30 horas del miércoles día 6 en una zona boscosa
cercana a Santa Coloma de Cervelló, Bajo Llobregat. Fueron necesarias tres jaulas-trampa con un conejo de señuelo en cada
celda. Litio olió la presa, se acercó con sigilo al bocado y...
¡zas! Se lanzó al bocado y quedó atrapado dentro de la jaula. Fue el final de
la escapada. El The End de un viaje de película, épico, desde Faro, en el
Algarve portugués, hasta el área metropolitana de Barcelona. Más de 1.000
kilómetros -1.199, en el caso improbable de que los haya cubierto en línea
recta-. Esta vez, como en tantas otras ocasiones les había sucedido a algunos
de sus congéneres con menos fortuna, Litio no huía de una escopeta ni del
atropello de un conductor sin reflejos. Lo que buscaba era un territorio que le
diera comida abundante (conejo, sobre todo) y una pareja con la que poder
fundar una familia.
Nada de esto debió de encontrar el lince viajero en el sur de
Portugal, en una zona del Bajo Guadiana, cerca de Faro, donde había sido
liberado en dos ocasiones sin demasiado éxito. La primera, el 14 de octubre de
2016, en el municipio de Mértola, una villa portuguesa del Alentejo con cerca
de 3.100 habitantes, y cuyo origen se remonta a los fenicios que crearon un
importante puerto comercial, aprovechado posteriormente por cartagineses y
romanos y después ocupado por suevos y visigodos.
Tras casi un año deambulando, Litio decidió regresar, y el 5 de
mayo de 2016 se plantó en las inmediaciones de Doñana. Pesaba sólo nueve kilos y lanzarse a la carrera a por una presa le
resultaba imposible debido a su debilidad. "Lo encontró el
dueño de un cortijo junto a una nave. Cuando lo recogimos, estaba muy
delicado", recuerda Simón. Quien primero lo atendió, la veterinaria Clara
Isabel, del Centro de Recuperación de Especies Amenazadas (CREA), Huelva, lo
recuerda "en los huesos". Había contraído leptospirosis, una
infección bacteriana que también afecta a los humanos y que "probablemente
atacó a Litio tras comerse algún roedor infectado".
La segunda escapada fue a mediados de 2016. A Litio lo liberaron
el Algarve y, de camino a Faro, ocurre lo que nadie fue capaz de prevenir: el
GPS de su collar deja de emitir. Se había quedado sin batería. Y al lince se le
pierde la pista. A pesar de que era un viejo conocido de los
portugueses, nadie supo con certeza por dónde se estaba moviendo. El
animal fue dado por desaparecido hace 19 meses -por el Instituto de la
Conservación de la Naturaleza y de la Biodiversidad, de Portugal- cuando dejó
de funcionar su collar GPS.
El caso es que el depredador decide volver a su tierra.
Atraviesa la autovía A-49 en España y las IC4 e IC1 en Portugal, amén de los
ríos Tinto, Odiel y el caudaloso Guadiana. Cruza vías de tren, núcleos
urbanos, bosques y montañas y llega al Bajo Llobregat (Barcelona),
donde es localizado el 29 de mayo de 2018. En total, dos años y 15 días vagando
desde que salió la primera vez de Huelva el 14 de mayo de 2015.
La de Litio es una aventura tan extraordinaria que ni los
propios biólogos terminan de explicarse. Cruzó a nado caudalosos ríos (como el
Guadiana, el Tajo y el Ebro), vías férreas, montes y autopistas. Dicen sus
cuidadores que "es un atleta... y de los grandes". Tras ser capturado este miércoles pesó 14 kilos.
"Es un buen peso para un macho. Tenía pulgas y garrapatas, pero su estado
de salud es bueno", explicó Miguel Ángel Simón. "Muy de vez en cuando
sale un lince viajero, pero este es increíble, un portento. Habrá que estudiar
bien las causas que lo llevaron tan lejos, a un hábitat extraño para él, donde
ni siquiera puede aparearse porque no hay lince", especula Francisco
Villaespesa, responsable del (CREA) en El Acebuche, situado en el entorno del
parque natural de Doñana (Huelva). Villaespesa habla de Litio con un afecto que
recuerda al de un padre hacia su hijo. No en vano lo vio nacer. Corría el 5 de
abril de 2014. Brisa, la madre, había parido cuatro cachorros (Lava, Loro,
Litio y Lechuza). Era el fruto de un programa de cría en cautividad del
proyecto Iberlince, en el que participan Portugal y España (Extremadura,
Murcia, Castilla-La Mancha y Andalucía). A diferencia de sus hermanos, Litio
era un juvenil sumiso pero inquieto, el menos dominante aunque no tardaría en
dar señales de buen cazador. Y en cuanto a la técnica de persecución de presas,
es el segundo mejor, ligeramente por detrás de Loro, según la ficha de
actividad de la camada consultada por Crónica.
Dicen que Litio se aclimató bien a los campos de cerezos en Santa
Coloma de Cervelló, en un lugar donde se mostraba relajado y sano. No obstante,
los expertos andaluces creen que no es éste el sitio más adecuado para él y han
optado por llevarlo al sur. "Allí nació y se crió y allí está su hábitat
natural de toda la vida, todo lo que necesita para vivir y reproducirse lo
tiene en el sur", zanja la polémica (que la hubo) el responsable de
Iberlince.
El mismo día que fue capturado, Litio emprendió el viaje al
revés, rumbo de vuelta a Andalucía. A las dos de la tarde, dentro de una jaula,
lo subieron a un furgón y se dirigieron a Granada. 848 kilómetros hasta el
centro de cría y recuperación de especies amenazadas granadino, que será su
hogar durante 40 días. "Tiene que estar en cuarentena para
comprobar más a fondo su estado físico antes de devolverlo a la
naturaleza", aclara Simón. "Se le extraerá sangre y
veremos si tiene alguna carencia nutritiva. También se examinarán sus ojos, el
sentido de la audición, los pulmones y el corazón y se le harán pruebas para
comprobar el estado de sus músculos".
-¿Siguen sin saber cómo ha podido ir tan lejos y por qué?
-De momento no tenemos una explicación fiable. Manejamos la
teoría del gen viajero, algo así como una necesidad natural de expandir la
herencia más allá de tu entorno.